Docudrama. No hay una secuenciación cronológica. Con el montaje se
hace un “corta y pega” de filmaciones por grupos de personajes y situaciones
varias que, no obstante, permiten al espectador avanzar en la intencionalidad
final de la película: el retrato de los pueblos agrícolas.
Lo hace a través de lo que acontece a una familia en la casa que
habitan en medio de las tierras que cultivan. Época, la actual.
Lo que nos muestra tiene una aplicabilidad al hoy incuestionable;
basta con ver los telediarios, conocer el incremento del IPC y los precios que
se paga a los horticultores por sus `productos; y la movilización
de las
instituciones agrarias por conseguir un precio justo para el agricultor y no
vender con pérdidas porque, tal como se dice en la película “ello supondría
terminar con la agricultura, expulsar a la juventud y despoblar zonas, ruina
familiar, que la tierra acabe en manos de especuladores…”
El guion rompe con el esquema narrativo ya que arranca con el nudo,
desvelando el conflicto en torno al que gira toda la película si bien nunca
pierde interés porque la intensidad de los personajes aporta giros y matices a
la narración.
El conflicto es que las tierras que cultiva esa familia desde tres
generaciones anteriores carece de documentos de propiedad. Era un compromiso de
palabra que siempre se respetó hasta que el heredero actual las requiere para
sí. Así que la familia vive la angustia y la ira de verse desposeída de esas
tierras que ha trabajado siempre.
Se presenta también como conflicto generacional: el patriarca –el
abuelo- con su moral vieja “…la palabra tiene valor de ley…”; el hijo
reprochando al padre tal hecho; el nieto en medio de unas nuevas
tecnologías
que lo incitan a vivir su tiempo pero que está cautivo de la actitud inamovible
e irascible del padre.
Y las mujeres como en todos los tiempos, eso no cambia, cocinando,
lavando, trabajando la tierra como los hombres, conciliando actitudes,
custodiando y educando a los hijos… En la película se muestra muy bien. Si bien
he echado de menos alguna alusión a esas otras que hoy sí se atreven a
gestionar sus propias empresas agropecuarias, que las hay.
Y el mundo de la infancia… ¡¡Qué bien reflejado está!!, cómo hacen
suyos todos los espacios - la montaña, el campo, las cuevas, las dependencias
de la casa - dándoles una interpretación imaginativa, mágica; viviendo la
naturaleza en plenitud de libertad mientras van conformando su personalidad.
Si se ha vivido en pueblo y pertenecido a una familia agrícola la
película es una evocación de realidades vividas. Muestra muy bien cómo en la
agricultura familiar no hay horario ni calendario para el trabajo. Cómo la
unidad familiar en su totalidad, incluidos los hijos pequeños, participan del
trabajo. Cómo se vive la climatología –eso de mirar al cielo- porque una helada, una granizada, una sequía, un exceso de lluvia- puede dar al traste con
el trabajo de todo un año y aún más. Y las plagas, y las enfermedades de las
plantas… La familia campesina tiene que hacer frente a todo ello. Y eso se ve
en la película.
Como también se ven las enemistades entre vecinos por lindes,
cotilleos de la vida privada… Ciertos aspectos machistas como el hermano
respecto a su hermana controlando con quién se relaciona. La inmigración, esos
negro-africanos esperando la peonada en la calle del pueblo…
Pero ante todo estás en medio de la huerta, y coges los melocotones
con tus manos, y los hueles, y sientes su textura.
Y, finalmente es también, y yo diría que, sobre todo, la llegada de
tecnologías que han venido para quedarse y cambiar el escenario y los
personajes. En la película se muestra el interés del hijo joven por la
agricultura alternativa, por las nuevas herramientas, los insumos ecológicos…de
lo que el padre no quiere oír hablar. Como tampoco quiere oír hablar de las
plantaciones de placas solares en las que le han ofrecido trabajo porque las
siente como una invasión.
Es una película de miradas intensas y expresivas, sobre todo en las
mujeres, con las que hacen frente y neutralizan las iras manifiestas del
protagonista principal.
Y, como soy de pueblo, y algo del mundo rural he vivido, me he
emocionado con la canción “Mon pare no té nas, ma mare es chata” que canta un
coro en polifonía. A mí me la cantaban mis padres mientras poníamos “saquets al
raïm” en los viñedos de uvas de mesa familiar.
La película la he visto en casa a través de Movistar+ y eso me ha dado
la oportunidad de seguir algunos fragmentos en versión original, catalán,
aunque confieso que, si me perdía, le pedía con la voz al “mando”: en
castellano, o, en versión original… Y así he ido alternando. Un lujo.
El casting me ha parecido acertado. El trabajo actoral muy natural. Me
pareció oír que la mayoría del elenco no son profesionales. La niña pequeña
admirable, y la madre, y el abuelo y hasta el irascible padre…
Muy buena ambientación y localizaciones. Muchas canciones populares…
La peli me ha ENCANTADO. Recomiendo verla SÍ O SÍ.
Título original: ALCARRÀS
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REPARTO:
Jordi Pujol Dolcet,
Anna Otín,
Xenia Roset,
Albert Bosch,
Ainet Jounou,
Josep Abad,
Montse Oró,
Carles Cabós,
Berta Pipó
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Dirección: Carla
Simón
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Guion: Carla Simón, Arnau Vilaró
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Música: Andrea Koch
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Fotografía: Daniela Cajías
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Género: Drama vida rural
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Año: 2022 //Duración 120 min.
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País: España
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Representante
de España para los Oscar 2022
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-MAY IBÁÑEZ-
Alicante noviembre 2022