Estamos en
el siglo XVIII, Francia, el siglo de las Luces, de la Razón, del
cambio de
régimen. Y aunque a la mujer noble se le permitía ilustrarse sigue siendo una
pertenencia del padre, o del marido, o del hermano; y moneda de cambio para
transacciones económicas a través del matrimonio.
P ues esa es la situación de arranque de esta historia. Una mujer con formación - que ha adquirido en su estancia en un convento- por tanto con criterio propio, y además obstinada, a la que asignan un marido de conveniencia.
Enfrente
otra mujer, sensible al arte, profesora de dibujo y pintura, que tiene el
encargo de hacer un retrato de la primera, sin que ella lo perciba, ocupando el
papel de dama de compañía. El retrato será para el que se ha asignado por la
familia como futuro marido.
El marco
donde discurre la historia: una casa noble y su ubicación en un entorno rural
junto al mar.
De manera
pausada, poco a poco, mirada a mirada, sonrisa a sonrisa, contención a
contención va surgiendo el sentimiento amoroso entre las dos
mujeres hasta que
estalla y se materializa (por cierto a través de escenas que son pinceladas de
la situación, sin concesiones a la torridez). Se trata, pues, de
una historia de amor prohibido lésbico.
El avance
dramático es lento pero creciente en intensidad.
Los
fotogramas bellísimos, como cuadros. Además de las clases inesperadas de dibujo
y pintura que se nos brindan aprovechando el intento de la pintora de plasmar
el retrato en secreto porque la dama se niega a que se lo hagan.
En paralelo
muestra también la situación social, las clases sociales, a través
del
personaje de la criada, una niña al servicio permanente como un objeto más de
la casa. Y la situación de la mujer a través del embarazo de la niña y la forma
de resolverlo. Por cierto, el personaje de la criada es una delicia con una
interpretación destacable.
Un acierto
que el sonido sea de ambiente casi toda la película: crepita el fuego, las
olas, los pasos, las voces, los utensilios ambientales, el rasgado de
la
pincelada… En realidad no necesita más para potenciar el efecto dramático.
Excelente
interpretación de las protagonistas incluida la madre en sus breves apariciones.
Buena
ambientación, vestuario, maquillaje.
Diálogos
exquisitos con las frases justas, sin florituras, bien administrados.
Bellas
localizaciones. Por cierto, me pareció reconocer la Playa de las Catedrales de
Lugo en algunas secuencias aunque no sé si, finalmente, se rodó allí.
En fin, una
película para no perdérsela: elegante, intensa, preciosista...
Título original: Portrait de la jeune
fille en feu
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REPARTO:
Noémie Merlant,
Adèle Haenel,
Luàna Bajrami,
Valeria Golino,
Cécile Morel
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Dirección:
Céline Sciamma
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Guion: Céline Sciamma
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Música: Para One, Arthur Simonini
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Fotografía: Claire Mathon
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Año: 2019// Duración: 120 min.
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País: Francia
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Género: Drama. Romance | Siglo XVIII.
Pintura.
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Premios: 2019: Festival de Cannes:
Mejor guión
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-MAY IBÁÑEZ-
Octubre 2019
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