¿Qué hay detrás de este guion? ¿Qué nos traemos a casa tras
ver esta película?
Que la relación de pareja es siempre compleja.
Que el factor tiempo puede evaporar la chispa que prende el
ardor amoroso si no se han desarrollado otros vínculos igualmente potentes como
la ternura, el respeto, la autoestima, la complicidad, el entusiasmo por
descubrir cada nuevo día…
Que dejarse mecer por la súper-protección de otro se paga
con la propia libertad y la negación de las propias capacidades hasta la
aniquilación.
Que en esas circunstancias el mundo, la vida, está al otro
lado y cada vez más inaccesible como un borrón… y que si no hay vida está su
antítesis que es la muerte en forma de apatía, de indolencia, de abandono…
Y eso es por lo que pasa la protagonista de la película, una
mujer, Chela, con una relación de pareja con otra mujer, Chiquita. Lo que viene
a mostrar que esa circunstancia –el desequilibrio de poder- puede infiltrar cualquier modalidad de pareja,
ya sea homosexual o heterosexual.
La película es el viaje hacia la mayoría de edad de la
protagonista, y el detonante percibir - ante la ausencia de su protectora- que
es válida, que puede abrirse camino y que más allá de las rejas de su relación
está la vida, y tal vez el amor de nuevo, y la libertad.
Y lo de menos es que el guion nos ponga frente a dos
sexagenarias… Las personas tenemos la edad de nuestros proyectos, del
entusiasmo, la pasión y la curiosidad por hollar horizontes nuevos y ver cómo
nos sentimos en ellos; en definitiva, el reto de vivir está presente a
cualquier edad.
Para vehicular todo ello el guion nos propone la situación
de dos mujeres “de clase bien” que se han
arruinado. Nos sitúa en su casa para que entendamos el status social de
que habían disfrutado, y a sus amistades; por cierto con una deliciosa escena cantando,
en un local de karaoke donde se reúnen, canciones sudamericanas muy conocidas
como “Mis noches sin ti”.
La venta de los enseres de la casa, pieza a pieza, viene a
ser como un símbolo: vaciar para llenar con una nueva vida. Y la escena en la
que se sienta al piano en su casa y oímos que está completamente desafinado
hasta el punto de no reconocer ninguna nota, que lo que en su día sonaba bien
se ha convertido en un chirrido, en una queja…
Técnicamente se juega con duros contrastes entre la claridad
y la oscuridad, en desenfoques, en un ritmo lento propio de la introspección de
la protagonista… Confieso que a mí se me hizo insufrible en algunos momentos,
hubiera querido espolearla para que avanzara más rápido… Aunque admito que es
lo que correspondía.
Interpretación espléndida aunque, obviamente, monocorde por
parte de la protagonista para que el espectador “lea” hasta sus ideas; y muy
buena en los demás personajes, naturalismo hiperrealista como un cuadro de
Antonio López.
Ritmo lento. Ambiente sombrío, aciago en general apoyado en
el diseño de luz, la toma de planos y la interpretación.
Banda sonora adecuada a los momentos psicológicos por los
que pasa la protagonista. Y muy bellos en la utilización de canciones del
Paraguay como “Recuerdos de Ypacaraí”, “Mis noches sin ti”…
Al parecer en Paraguay la película ha sido muy mal recibida
por el hecho de que las protagonistas sean lesbianas. En un país donde la
religión está tan enraizada no es extraño que ocurra.
Peli estilo Sundance, sutil y reflexiva. Menú no apto para
todos los estómagos.
A mí me ha gustado.
Título original: Las herederas
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REPARTO:
Ana Brun,
Margarita Irún,
Ana Ivanova,
María Martins,
Alicia Guerra,
Yverá Zayas,
Nilda González.
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Dirección:
Marcelo Martinessi
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Guion: Marcelo Martinessi
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Fotografía: Luis Armando Arteaga
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Coproducción: Paraguay-Alemania-Brasil-Noruega-Uruguay;
La Babosa
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Diseño de vestuario: Tania Simbrón
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Maquillaje: Luciana Díaz.
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Año: 2018
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Género: Drama
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País: Paraguay
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Duración: 97’
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-MAY IBÁÑEZ-
Marzo 2019
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