“EL CARTÓGRAFO.
VARSOVIA 1:400.000” Teatro 2017
Hablando de
cartógrafos y mapas…yo diría que este experimento teatral ha seguido una HOJA DE RUTA EQUIVOCADA.
Con todo mi
respeto para cuantos sufrieron la barbarie del holocausto, y considerando las miles de películas, documentales,
informes, que nos han ilustrado desde distintas versiones aquellos hechos, ¿qué
ha podido motivar a Juan Mayorga a desarrollar este libreto sobre el mismo
tema? ¿Y por qué ahora, en connivencia con los avisperos de Oriente Próximo,
israelís y palestinos, Siria, las pateras del Mediterráneo, la angustia de
tantos africanos, el caos de muchos
países árabes, el riesgo de desplome del llamado estado del bienestar, los
recortes…?
El tema, SEGÚN
LA SINOPSIS QUE ACOMPAÑA LA PUBLICIDAD DEL ESPECTÁCULO es: “En la Varsovia de
nuestros días, Blanca oye la leyenda del cartógrafo del gueto. Según esa
leyenda, un viejo cartógrafo se empeñó, mientras todo moría a su alrededor, en
dibujar el mapa de aquel mundo en peligro; pero como sus piernas ya no lo
sostenían, como él no podía buscar los datos que necesitaba, era una niña la
que salía a buscarlos para él. Blanca tomará por verdad la leyenda y se lanzará
a su vez, obsesivamente, a la búsqueda del viejo mapa y, sin saberlo, a la
búsqueda de sí misma. El cartógrafo es una obra –un mapa- sobre esa búsqueda y
sobre aquella leyenda.”
Personalmente
el tema me ha parecido poco oportuno por lo descrito al inicio, y rocambolesco
en el desarrollo de la historia.
En cuanto al montaje teatral considero que ha supuesto un esfuerzo
titánico e improductivo en el trabajo actoral. Los dos actores, Blanca Portillo
y Luis García-Pérez encarnando a personajes tan diversos:
· Blanca Portillo es
Blanca/la niña/Déborah
· Luis García-Pérez es Raúl/Samuel/Anciano/Marek/Magnar/Tarwid/
Molak/Dubowski/Darko.
Y es cierto que ves la entrega y el
esfuerzo de ambos por sacar adelante perfiles tan diversos sin más recursos que
su capacidad de expresión corporal, su ubicación en el escenario, su voz, su
gesto, porque no hay cambios de vestuario ni de escenografía… los cambios de
personajes se realizan sin solución de continuidad, sin transición de uno a
otro. Tal vez un reto excesivo que acaba por hacer mella en el conjunto del
espectáculo que pierde frescura, naturalidad, intensidad, y el espectador lo
detecta. No implica emocionalmente, no conmociona.
La escenografía es sobria en exceso:
un escenario vacío habitado sólo por una mesa, unas sillas arrumbadas y la fila
de pantalla de focos por encima a modo de techo opresor…un tanto tenebroso todo…y
barato.
El vestuario en rojo; ropa, bolsos, utilería, todo cuanto aparece como apoyo a la
acción es rojo. El rojo es el color de las pasiones, las buenas y las malas:
amor y odio, calor, ira, pasión… Y no cabe duda que la historia que desarrolla
enlaza con todas ellas. Eso está logrado y tiene su originalidad.
Y bueno, toda vida tiene las
coordenadas que van diseñando la línea de la felicidad o la desgracia, los
encuentros o desencuentros, las pérdidas… La idea es potente, no cabe duda. Y
un escenario donde se representan vidas e ideas tiene también sus propias
coordenadas. El comienzo, trazándolas sobre el suelo del escenario, me pareció
original aunque el mapa final desde el patio de butacas no me acabara de
satisfacer.
Tampoco entendí el recurso tramposo,
hacia finales del libreto, de introducir un elemento de emotividad gratuita -el
suicidio de la hija- que vendría a justificar el empeño en la indagación de la
madre. No aporta nada.
En fin, el libreto podría servir como
bodegón a la pintura, un ejercicio de experimentación actoral, pasar de un
personaje a otro como reto interpretativo…pero no para más.
Por último decir que estuve en
Varsovia y vi uno de los pocos pedazos de
muro que quedan en la ciudad como
recuerdo de lo que fue el gueto. La ciudad se reconstruyó casi en su totalidad
tras la segunda guerra mundial porque resultó asolada.
Y sí, una visita a Polonia conlleva
la presencia -material en unos casos Auschwitz-Birkenau, Treblinca…y sugerida,
porque quedan mínimos restos de lo que fue, como el Gueto de Varsovia- de lo
que supuso esa página abominable de la historia de la humanidad: el holocausto.
Texto y
dirección: Juan Mayorga
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Reparto:
|
Escenografía
y vestuario: Alejandro Andújar
|
Blanca
Portillo
|
Música y
diseño de sonido: Mariano García
|
José Luis García-Pérez
|
-MAY IBÁÑEZ-
Marzo 2018
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