O de cómo un
niño no tiene sonrisa.
O de cómo
retratar las desigualdades sociales.
O de cómo el
azar de nacer en un tiempo y en un lugar convierte la vida en un infierno o en
un paraíso.
De eso va
esta película dirigida por una mujer en el Líbano…lo que no ha debido ser
fácil.
El
protagonista es un niño de doce años al que dibujan como portador de un sentido
de la justicia y de una capacidad de resolución nada habitual.
El contexto
una familia –los padres y un montón de hijos- habitando un cuchitril que les
han prestado…no a cambio de nada, claro.
La historia
va y viene, realidad pasada y realidad presente a través de flashbacks ,
mientras se desarrolla un juicio con reos, víctima, juez, abogados…
¿Y qué nos
describe? La dureza de la pobreza, la incultura, la supervivencia, la
servidumbre del sometimiento a ciertas tradiciones como las bodas de menores,
la aceptación de los hijos con total ausencia de planificación familiar, “los
que dios quiera”… Los “sin papeles”, ese subgénero de personas invisibles que,
sin embargo, tienen corporeidad, y sentimientos, y necesidades, y valor.
Y lo vemos a
través de las peripecias de un niño que demuestra tener un alto sentido de lo
que es, o no, justo; una capacidad de
resolución como no tienen sus mayores;
una impronta rebelde que lo lleva a enfrentarse con todo aquello que cree que
tiene que cambiar.
Como recurso
para ponernos frente a esa realidad el guion crea un personaje, una mujer de
raza negra, etíope, con su bebé, a la que le han caducado sus “papeles” y que
acaba formando un tándem con el niño; ambos se
dan aquello que están
necesitando, cariño, respeto y atención a él, y apoyo a ella y a su hijo por
parte del niño; una burbuja que les salva hasta que la realidad la pincha.
Vemos
también cómo proliferan los desalmados al albur de las necesidades de los más
desvalidos, esas mafias depredadoras que engañan con las promesas de conseguir
documentos, viajes; trata de personas para explotación sexual o cualquier otra
forma de esclavitud.
La película
acaba siendo un tanto reiterativa en la descripción de
las idas y venidas.
Tiene
secuencias entrañables como el momento de la ducha del niño y el bebé en una
gasolinera a base de manguerazos (por
cierto el único momento en que nuestro protagonista ríe). Y la relación del
niño con su hermana de once años que acaba de entrar en la pubertad y a la que
quiere proteger…
La
interpretación buena en general y de excelencia en el niño.
Secuencias
con cambios acelerados de una a otra y planos que nos hablan de las calles, los
mercados, el interior de las casas y chabolas, la sala de justicia, la cárcel…nuestro
niño héroe
deambulando de uno a otro como deshabitado de sí mismo y buscándose
con resolución.
Predominio
del montaje; planos generales y aéreos.
Banda sonora
que incita a la emoción.
En fin, un
documento real de realidades que nos tocan muy de soslayo pero que están ahí al
lado y que no está mal que nos las cuenten por si las podemos mejorar y que,
desde luego, conmueve profundamente.
Título original: Capharnaümaka
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REPARTO:
Zain Al Rafeea,
Yordanos Shiferaw,
Boluwatife Treasure Bankole,
Kawthar Al Haddad,
Fadi Kamel Youssef,
Cedra Izam,
Alaa Chouchnieh,
Nour el Husseini,
Elias Khoury,
Nadine Labaki
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Dirección:
Nadine Labaki
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Guion: Nadine Labaki (Historia: Labaki
Jihad Hojeily)
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Fotografía: Christopher Aoun
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Música: Khaled Mouzanar
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Productora: Coproducción Líbano-Estados
Unidos
-Francia; Les Films des Tournelles
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País: Líbano
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Año: 2018 // Duración: 126’
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Género: Drama | Pobreza. Infancia
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Nominada
a Mejor película de habla no inglesa a los Oscar 2018
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-MAY IBÁÑEZ-
Febrero 2019
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